Carlos III

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miércoles, 4 de marzo de 2009

Malos usos de los pronombres personales átonos

Los pronombres personales átonos son aquellos que funcionan como complemento verbal no preposicional o como formante de los verbos pronominales. Como todos los pronombres deben estar necesariamente ligados al verbo. Estos pronombres son: me/te/la-le/lo-se/nos/os/los-las-les.

En tercera persona se utiliza LO y LA para el complemento directo diferenciando el género. En cambio en el complemento indirecto no existe esta diferenciación, por lo que se utiliza el pronombre LE.


Sin embargo, la norma no es siempre utilizada por los hablantes en la vida cotidiana.
El uso de la tercera persona es a veces incorrecto:
. Laísmo
. Leísmo
. Loísmo

El LAÍSMO
Es el uso impropio de la cuando funciona como complemento indirecto femenino y se utiliza incorrectamente en lugar de le(s), que es la forma a la que corresponde etimológicamente ejercer esa función.
El área propiamente laísta se circunscribe básicamente a la zona central y noroccidental de Castilla.
Hay veces en las que incorrecciones o vacilaciones en el uso de los pronombres átonos de tercera persona no se deben a la tendencia dialectal señalada anteriormente, sino a la duda del hablante sobre el tipo de complemento (directo o indirecto) que debe utilizar con algunos verbos.
Incluso en zonas en las que los pronombres átonos distinguen funciones gramaticales, hay verbos que unas veces se construyen con pronombres de complemento directo [lo(s), la(s)] y otras con pronombres de complemento indirecto [le(s)], dependiendo de distintos factores; otros verbos están inmersos en un proceso de cambio de intransitivos (verbos que no se construyen con complemento directo) a transitivos (verbos que necesitan de la presencia de un complemento directo), y viceversa.

Ejemplos de mal uso del pronombre LA:

→ “¿La* dijiste eso a Bea? Sí, ya se lo dije.”
→ ‘’La* di su regalo de cumpleaños y la* gustó mucho. ’’

Norma: Dado que es un complemento indirecto el pronombre no debería ser LA, sino LE.

EL LEÍSMO
Es el uso impropio de le(s) en función de complemento directo, en lugar de lo (para el masculino singular o neutro), los (para el masculino plural) y la(s) (para el femenino), que son las formas a las que corresponde etimológicamente ejercer esa función.

Surge en Castilla durante la Edad Media. Todos estos fenómenos parecen deberse al nacimiento, en época temprana de la evolución del castellano, de una tendencia que, a diferencia de lo que ocurría en latín, en lugar de distinguir funciones gramaticales a través de las distintas formas pronominales —le(s) para el complemento indirecto y lo(s), la(s) para el complemento directo—, tiende a diferenciar entre masculino y femenino, por un lado, y entre persona y cosa por otro.

Suelen distinguirse dos zonas leístas en el mundo hispanohablante en líneas muy generales: una marcadamente leísta, que abarca el área central y noroccidental de Castilla (junto con focos aislados en ciertos países hispanoamericanos) y otra no leísta, que abarca la mayor parte del mundo hispánico. Aún así, el leísmo no es un fenómeno especialmente reprobable.
Sin embargo, hay excepciones a esta regla: en muchas zonas ‘no leístas’ ocurre que el uso del pronombre LE esté mal extendido, como ocurre en:

· En el Ecuador, el contacto con el quechua (allí llamado quichua) da lugar a la utilización exclusiva de le(s), independientemente de la función sintáctica que desempeña el pronombre y del género de su antecedente.

· En las zonas andinas del Perú, Bolivia y el noroeste de la Argentina, el español ha convivido o convive con el quechua y el aimara. Como consecuencia de esta coexistencia, a veces se documentan en estas zonas usos de le(s) en función de complemento directo, tanto masculino como femenino, si el referente es animado.

. En el País Vasco y norte de Navarra, zonas del norte de España en las que el español se halla en contacto con el euskera, se emplea le(s) para el complemento directo, con referente tanto animado como inanimado, y con independencia del género del antecedente.

. En el español hablado en Cantabria (España) se utiliza la forma le para el complemento directo masculino cuando el antecedente es un nombre singular contable, mientras que se utiliza como forma única lo cuando el antecedente del complemento directo es incontable, independientemente de su género y su número.

Ejemplos de mal uso del pronombre LE:

→ “Los policías le* cogieron de la cintura, le* levantaron en vilo y le* lanzaron a la caja del camión”
→ “Ignoro si tiene usted hogar o no le* tiene” (Unamuno Niebla [Esp. 1914])
→ “El coche [contable] le* compramos hace un año’’

Norma: Dado que todos los antecedentes de estos pronombres funcionan como objeto directo en la oración, no puede ser LE, forma de indirecto, utilizado en vez de LO, forma de directo.

EL LOÍSMO
Es el uso indebido de los pronombres LO(S) para el objeto indirecto masculino o neutro, en lugar de LE(S); el mismo caso que en el Laísmo, solo que aplicado a los otros géneros.
Al igual que el laísmo y el leísmo, comienza a fraguarse en la Castilla primitiva durante la Edad Media. La incidencia del loísmo ha sido siempre muy escasa en la lengua escrita, especialmente en singular, y solo se documenta hoy en textos de marcado carácter dialectal. La marginación de este fenómeno dentro de la propia norma peninsular de España hizo que no se instalase en el español atlántico (Canarias e Hispanoamérica).

Se aprecian usos loístas (y laístas) más frecuentes, incluso entre hablantes de cierta cultura, con verbos que se construyen como semilocuciones verbales. Casos como echar un vistazo, prender fuego, sacar brillo. No deben confundirse estos casos con los de verdaderas locuciones verbales formadas por un verbo y un sustantivo, como hacer añicos o hacer polvo, cuyo complemento sí es directo: Tiró el jarrón y lo hizo añicos; La noticia de la muerte de Pedro los ha hecho polvo.


Ejemplos de mal uso del pronombre LO:
→ “Al árbitro lo* pegaron después del partido”
→ “Los* dije que no se movieran de aquí”

Norma: Dado que lo(s) son formas pronominales que, cuando se utilizan, vienen a desempeñar la función del complemento directo, la misma forma para desempeñar función de complemento indirecto no es correcta. Los que sí lo son, son usos como “Lo vi” (a él), “La vi” (a ella), “Los vi” (a ellos), y “Las vi” (a ellas).


Fuentes

RAE

La guía 2000, lengua

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